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¿Sólo son besos?

Existe una presunción social de que todo acercamiento erótico conlleva en sí mismo la exigencia de concluir un ciclo, el guión que marca la tiranía del orgasmo que se busca y se persigue como si fuésemos detrás de una zanahoria, demasiado consumida ya para resultar apetecible: preliminares, penetraciones peneanas-vaginales (en el modelo de relación heterosexual) y orgasmo(s). A día de hoy se hace difícil separar prácticas y valorar cada una en sí misma y por sí misma. Esto es lo que ocurre por ejemplo con los besos…

La exigencia social de contacto intergenital -si nos encontramos, nuestros genitales “han de encontrarse” porque esa práctica es la que prima en la jerarquía de lo considerado valioso socialemtente-, proviene de una visión sesgada de los encuentros eróticos, infravalorando la conducta erótica de por sí valiosa del contacto interbucal o beso, entre muchas otras. Nos puede gustar o apetecer más este tipo de acercamiento erótico y sentirnos obligados por presión social a entrar en otros terrenos.

Cuando compartes besos con alguien porque te apetece, existe una presuposición de cópula o de encuentro genital esto es, se presupone que lo que empieza en los labios ha de concluir obligatoriamente en los genitales, dejando muy pocas opciones para el juego libre del eros. Se coacciona a veces la propia libertad, la propia apetencia, el propio deseo de sentir el placer a través de los labios y sentirlo por sí mismo, reconociendo y dotándolo de su propio valor, no con expectativa de alcanzar el encuentro genital obligatorio. Lo mismo ocurre con el resto de la piel, repleta de receptores sensitivos repartidos por cada rincón de la superficie corporal.

Cuando besas a alguien porque te gusta besar, porque en ese momento sientes preferencia por esa práctica erótica oral y ese alguien no lo comprende, se enfada, te recrimina, te reprocha y te presiona para llegar a un lugar que en ese momento no te interesa, se puede tener presente la idea de que lo que está funcionando en ese momento son sus propios prejuicios, limitaciones y fantasmas. La sexología nos enseña que cada cual puede respetar y explorar sus propios deseos, sus apetencias, sus momentos, lo que dice su cuerpo. ¿A ti qué te dice el tuyo?

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